Ir al contenido principal

Reflexión 8

El vino tinto semiseco en la copa. Al costado derecho, la botella de vino vacía, sin sentido. Faltan trece minutos para terminar este día. Sentado en mi escritorio, a mi izquierda, una cajetilla de cigarros me hace una agradable visita. Una ligera columna de humo blanco sale del cenicero, que está lleno de colillas y ceniza. En mi computador, activo el programa de música y escucho canciones cargadas de recuerdos, emociones de verano y sinsabores invernales. Escribo.


A dos días del año nuevo, medito en todo lo que este año ha sucedido. He sido testigo de nuevas generaciones de actores, de nuevos chicos que han decidido unirse al teatro como modus vivendi, o simplemente como un oficio más, del cual obtener diversión y, si es que hay suerte, una ligera recompensa económica que, muchas veces, dista de la recompensa mayor: disfrutar de la catarsis del público –aristotélicamente hablando- y, por qué no, el poder transmitir un mensaje que llegue a la conciencia de cada uno de los espectadores para así tener la esperanza de lograr un cambio en la gente.

Lo que más puedo destacar en este año, es cómo nuestra generación se consolida. Otros, se quedaron en el camino. Y casi instantáneamente, nuestros próximos sucesores ahora son mucho más destacados, y conocen mucho más de lo que nosotros logramos saber en nuestro momento de iniciantes. Por un lado, eso es ventajoso. El público, el nuestro, necesita de ellos, de esa inyección febril que sólo el ímpetu juvenil lleva en la sangre, junto con la experiencia de los actores de oficio, y en nuestras manos está, el de darles el apoyo para que comiencen con buen pie en el escenario.


Las ondas setenteras han pasado, y es ahora cuando el teatro entra nuevamente en una re-evolución. Estamos ante un mundo globalizado y posiblemente, los viejos cuentos infantiles, que en su mayoría provienen, como dice Juan Rivera, del país sin nombre, ahora ya no son efectivos frente a una generación de amplios conocimientos tecnológicos y que espera que el teatro ya no sólo sea acción y sentimientos, sino también efectista y espectacular, más allá de lo que un actor puede/debe serlo.

El público ahora está despertando a una nueva forma de espectáculo.

Y me preguntaba cómo responder frente a esta demanda. Veo por internet los espectáculos de Broadway, o de Argentina, para sentirme un poco más seguro de que podemos tentar a hacer algo de orgullo sudamericano. Veo a actores-cantantes-bailarines formidables, espectaculares. Miro que casi todos ellos están preparados para una alta exigencia en el escenario.

Pronto se me viene a la cabeza la gama actoral que he conocido. Incluyéndome, sé que no podremos estar a la par en mucho tiempo. Y cuando lo esté, seguro habrá ya un joven actor que rendirá mucho más en la ejecución.Silencio. Bebo un sorbo de mi vino helado. Mis mejillas están un poco calientes, mis ojos brillan. Sonrío divertido al espejo que está colgado en la pared detrás de mí. Pero el reflejo retoma su posición frente a la pantalla. Retomo.

No es copiar, no es aplicar lo conocido. Entonces pienso: cuando Stanislavsky dijo que su método (desde el primero al último, el de las acciones físicas) le había funcionado con los actores para su época, para su estilo y para su público, nosotros, en vez de copiarlo, debimos investigar en nuestro pueblo, nuestra cultura y nuestras costumbres para ver si podíamos también crear el nuestro. No sé si se han dado cuenta, pero nuestra forma de actuación siempre ha sido europea (salvo algunas excepciones, claro está, de grupos que valientemente persisten en el tiempo), y la gente se ha acostumbrado a ella. Creo que es por ello, que el teatro independiente (me gustaría llamarlo teatro de investigación, pero desgraciadamente también aquí sucede la copia de los formatos) no tiene el mismo respaldo del público, tal vez por que la propuesta es demasiado compleja para un público que no está preparado para digerirla, o por que existen algunos directores que bajo la premisa de “riesgo” exponen su propuesta. Aclaro: no quiero decir que el riesgo es contraproducente, pero siempre hay que tener un estudio de lo que se quiere y hacia quien va dirigido.

Es loable el trabajo de grupos independientes de provincias, los no capitalinos. Tuve la oportunidad de ver trabajos muy buenos, que no sólo aplicaban la técnica, sino también denotaba investigación de su propia comunidad. Se volvía vivo, orgánico, sucedía algo mágico en el escenario. Por desgracia, el eterno problema de la elitización de los medios de comunicación hizo imposible que la difusión de estos trabajos se hiciera notar. Y es que hasta ahora, los medios necesitan de alguien con cartel en el elenco para que pueda ser merecedor de una nota.

Y, sin embargo, también el teatro independiente tiene parte de culpa. Muchas veces he escuchado decir –y me ha pasado-, que en un grupo de teatro “todos quieren actuar”, y nadie quiere quedarse fuera del escenario. Esta necesidad de ser vistos, de ser reconocidos, es lo que hace que nadie se interese por la producción. Es el miedo a no tener gente en la sala por lo que no se arriesga a invertir en una escenografía interesante. Es tal vez, el desconocimiento y el desgano de conocer el proceso de producción, lo que hace que cada actor del grupo quiera estar en escena y, maldita la mala hora, en que lo condenaron al equipo técnico o de producción.

Recuerdo algunos años cuando empecé a hacer teatro. Fui acomodador de asientos, barrí el escenario, ayudé a armar escenografía. Luego, pasé a operador de luces y sonido. En una ocasión, un director austríaco realizaba una obra con un elenco peruano. Dirigía hasta a la gente de sonido y luces. Yo, nervioso, colocando los casetes y cuadrando la música –ahora es mucho más fácil, todo se maneja con un clic desde la laptop y se lanza el sonido a la sala- me equivoqué en un ensayo general. Y me dijo algo que jamás olvidaré: los técnicos también actúan, si no fuera por tu apoyo con el sonido, si no fuera por la calidez de tu crescendo, el actor no llegaría a crear esa magia por completo.

Vuelvo y evalúo las obras de teatro de este año. Muchas de ellas, en especial las de teatro independiente, se ven provistas de luces primarias, las cuales no generan tipo alguno de efecto. Están ahí, para alumbrar al actor, para evitar que se caiga, para indicar a la gente que alguien está ahí, en el escenario, intentando expresar algo. La música, que antes se utilizaba como un actor, ahora sólo era excusa para iniciar el cambio de escenas.

Las luces y el sonido también actúan, señores. Aún cuando sabemos que las salas de nuestro país no cuentan con todos los recursos técnicos.

Reviso mi mail, y encuentro algunos mensajes de la comunidad de teatro en mi país. Y justamente, reviso los mails de algunas críticas realizadas a montajes en el año, tanto de los que yo realicé y de los que otros directores han hecho. Caigo en la cuenta de que en mi país no existen críticos de teatro. No existen. Existieron, me parece hace ya algunos años. Pero como a mí no me gusta vivir del pasado, sino del presente, me divertí analizando todas y cada una de las críticas hechas y aquí va lo que hallé, de los "críticos".

Algunas de las críticas están redactadas de manera correcta, aunque incomprensibles para nuestro desnutrido vocabulario (estándar peruano). Pero, si uno coge el mataburros más cercano (jerga peruana, así se le dice al diccionario), encontrará algunas confusiones al querer comprender lo que dijo el remitente. Al menos, se agradece que nos dieran una palabrilla más para enriquecernos, sobre todo a aquellos que no leen ni periódicos chicha.

Por otro lado están los críticos desenfadados, los que dicen las cosas sin tapujos o “irreverentemente”, a veces bajo un estilo baylesco o hildebrantino (estos dos términos no están en el RAE, pero definitivamente se entienden en mi país), o quizás con un estilo en proceso de madurez. Después de leerlas una y otra vez, te das cuenta de que en realidad están vacías, sin esencia, sin nexos hacia lo que deberían ser su origen: la obra. Son gaseosas, se diluyen y pasan al olvido. Son como las noticias chicha, que dan que hablar, pero al final, no aportan en nada.

Existen también los críticos que más parecen directores, critican lo que faltó, sobre la actuación de los actores, acerca de las luces y de la escenografía. A esos yo los llamo (según el énfasis hacia la actuación o dirección) como actores-directores frustrados. Miran todo y nada a la vez.


Están también los que hacen crítica y actúan. Felizmente, critican obras en las que no están (hasta donde yo conozco, pero por ahí hay algunos que con doble personalidad lo hacen, gracias a la magia de internet, y creo que la culpa la tiene Outlook Express, con eso del juego de identidades que hasta ahora no comprendo y por eso no lo uso). Irónicamente, algunos hasta actúan en obras con un estilo al cual condenaron. Y a veces, hasta destacan. Lo detestan, pero destacan.

Por otro lado están los críticos que escriben dependiendo de su estado de ánimo, o respecto a la afinidad con el elenco, otros en base a su inversión con el banco de favores (léase al Zahír,de Coelho). Es decir, gente que vive de sus intereses y que ejecutará su oficio siempre y cuando le traiga algún beneficio.

Todos ellos, bajo sus diferentes conceptos, están ahí, listos, dispuestos a ejecutar la pluma (o teclado) para dar una opinión. Por gracia/desgracia, los tenemos. En algún lado leí que el lado de la crítica es importante para un espectáculo… ¿pero en realidad… ¿vale la pena la crítica de los nuestros? Yo creo que no. Creo que la crítica teatral en nuestro país ha retrocedido en lugar de avanzar. Esperemos que las próximas generaciones recuperen este valioso tiempo perdido.

Siguiente copa de vino. Mi reflejo se ha ido a dormir y se ha llevado al espejo. Salud.

Las óperas primas también merecen un espacio. Puestas que han dado oxígeno a nuestro teatro. Interesantes propuestas de instalación, andinas, comerciales. Mezclas y demostraciones inéditas de creación/colectiva. Grupos que tuvieron la oportunidad de mostrarse en una sala y un público agradecido que salió con muchas ganas de volver al teatro.

Valgan mis más sinceros respetos a aquellos que se han lanzado al ruedo, sigan y si se caen, levántense y sigan, construyendo su propio sueño. Sigan revolucionando, desarmando, y construyendo. Lo bueno del arte es que siempre hay algo por descubrir, integrar, analizar, destruir y construir. No hay reglas, no hay nada descubierto, estamos siempre en la punta del iceberg. Sigan.


El lado pedagógico también ha sido muy importante en este año. He visto mucho talento en las aulas. Y también, gente que ha sido engañada de la manera más vil. He tenido alumnos con graves problemas de dicción, o proyección de voz, o de técnica, pero que provienen de talleres o escuelas de mucha trayectoria o imagen. Las grandes preguntas son: ¿Cómo un estudiante con mala dicción puede pasar de ciclo? ¿Cómo un estudiante no puede saber leer en voz alta? ¿Cómo un estudiante de teatro no conoce más allá de la mera técnica de teatro? ¿Qué hacen en todo ese tiempo? ¿Por qué engañarlos? ¿Acaso los profesores no saben que un actor debe de manejar su mente, cuerpo, voz y emociones como un motor perfectamente afinado?

Siento tristeza encontrar chicos listos para actuar, pero con defectos que sabemos lo limitarán de gran manera. Ojalá en este año, también eso cambie. Todos tenemos derecho de estar en un escenario, de expresar nuestros sentimientos, pero debemos de aplicarnos. Una cosa es hacer teatro por hobby, y otra de profesión. Hoy en día, todo aquel que sube al escenario se le puede llamar actor, pero… ¡Cuánto trabajo, pasión, responsabilidad y técnica encierra este oficio!

Conocí también a gente muy talentosa, dispuesta siempre a atender, a conocer un poco más. Gente a la que le das una indicación, la escucha, la entiende e incluso la mejora. Gente que se preocupa por dar lo mejor de un escenario. Gente de que, por desgracia, no se encuentra todos días. En mayor cantidad, encontré a gente que cree saber todo, y que siempre discutirá inútilmente sobre todo lo nuevo que a su vida llegue, gente que vive del recuerdo de alguna obra de antaño, y que cree que aún sigue vigente. Gente que se quedó en el tiempo y deambula, como una psicofonía teatral.

Cito a Goethe: “Solamente quisiera que el escenario fuese tan estrecho como la cuerda de un equilibrista, a fin de que ningún torpe osara pisarlo”.
Se acabó otra vez mi botella de vino, y no quiero aburrirlos más (bueno, a los que hayan llegado hasta aquí)

Van los agradecimientos para este año:

A todos aquellos amigos que me soportaron fielmente, a mis alumnos y ex alumnos (al sapo que ya lo veo más en televisión que en teatro), a mis amigos en Suiza y España, que me dieron una gran sorpresa al hacer mi obra en el viejo continente (no se olviden de pasarme el DVD). A mi gran amiga Mayra Valdez, hoy ya egresada de la ENSAD, (te juro que este año empezamos la dieta y el gimnasio), a los actores que he conocido y con los cuales he pasado buenos y malos momentos.

Gracias a mis amigos que están fuera de Lima (Julio y Lyx, que me ha prometido un fin de semana con una carapulcra chancayana en el castillo de su ciudad), a los amigos de Trujillo, Ancash y Cajamarca. Espero poder ir pronto para allá y porqué no, a otros lugares de mi hermoso país.

A mi grupo de teatro Forasteros, con el cual concluí este año. Espero que sigan los éxitos, y en algún momento volver a trabajar juntos.

Al proyecto Era Azul, del cual soy fundador, que me ha dado tantas satisfacciones, muchos amigos. Es increíble lo que se puede llegar a hacer con mucho trabajo y pasión. Un lugar en donde puedo compartir lo que he aprendido, para confrontarlo y re-aprenderlo. Este año de seguro nos irá mucho, mucho mejor.

Gracias a mi familia, a Dios (aunque no lo crean algunos soy creyente), y a todos los que de alguna u otra forma, han hecho que aún siga trabajando, haciendo teatro. Espero seguir haciéndolo este año, intentando aportar algo a nuestra gran cultura peruana, o quizás, arrancándole una sonrisa a la gente.

Y bueno, darles mi más sinceros deseos a todos, mis respetos y espero que este año sea mucho más exitoso, y llenemos cada día con un éxito más. Llenemos a nuestro país de cultura, de paz. Sigamos creando, arriesgando, creciendo. Evitemos hacer enlatados, para eso ya hay muchos. Hagamos que nuestro país esté cada vez mejor, a través de lo que mejor sabemos hacer: el teatro.

Ultimo sorbo de mi vino tinto semiseco, voy a buscar a mi reflejo, creo que se quedó dormido.

Dark.

Comentarios

  1. Anónimo7:15 p.m.

    SANTO DIOS. ¿Quién le vende vino a Manchego? Por Dios, ¡le compro todas sus botellas! ¡Por favor, que alguien haga algo! Cada vez que este señor empina el codo suelta comentarios de todo calibre provenientes de sabe Dios que creencias, corrientes o dimensiones pseudo-meta-teatrales tendrá alojadas en su mente.

    Sólo me detendré en un subtema de su aplicada monografía etílica: el señor Manchego afirma alegremente que "en mi país no existen críticos de teatro. No existen." Y lo peor de todo es que luego se manda una chispeante clasificación de los críticos que, según él, "no existen". ¿Cómo dijo? Tamaño despropósito. Y además, ¿han leido el blog de Manchego? ¡HASTA ÉL MISMO HACE CRÍTICA TEATRAL! ¿Y acaso alguien se lo impide? Nadie. Hasta publico sus críticas en mi blog, así salga mal parado. Todos tenemos derecho a dar nuestra opinión, pero al menos con fundamento. Y Manchego lo hace, salvo que luego la riega por completo cuando se asoma por el Julieta.

    Y encima de todo lo que escribe, tiene el desparpajo de participar en montajes sin "libreto" (full morcilla con referencias localistas a granel), utilizando como pantalla a un clásico francés (Moliere, nada menos), escudándose en que es "comedia del arte". ¡Jesús! No he visto el montaje, pero me bastó cruzar dos palabras con su director y escuchar de la propia boca de Manchego el "proceso de ensayos" de su obra, para darme cuenta del panorama completo.

    ¡Pobre y sufrido público! Paga por ver teatro de verdad y se encuentra con un sketch largo de hora y media, al estilo del programa de teatro sabatino en señal abierta... Van por lana y salen trasquilados, riéndose claro y aplaudiendo de pie, pero "trasquilados". Y por si fuera poco, se queja que el público no entiende las propuestas del teatro de investigación o "independiente". ¡Lógico! Después de ver "El enfermo imaginario" corrompido a más no poder, cómo intentar que el público piense o reflexione sobre temas de trascendencia. ¡Pan y circo para las masas! Amén.

    Él sabe como pienso, sabe que le iba a responder así, pero igual, desde aquí, un gran saludo a mi amigo y director (pues les cuento que alguna vez me dirigió), nunca olvides tu gran creatividad y talento como dramaturgo, eres capaz de revolucionar todo nuestro panorama teatral.

    No te rindas, sigue tus instintos, no caigas en facilismos y cosas trilladas. Recuerda amigo, el actor de tele, cine o comerciales será un actor "conocido", pero el actor de teatro (el de verdad) será un actor "re-conocido". ¿Sabes quién me lo dijo? Son palabras de Alfredo Lévano, padre de Cristian Lévano, dramaturgo y director de la obra "¿Qué hiciste Diego Díaz?",de la cual hiciste una CRÍTICA, te recuerdo. Por tus líneas iniciales de tu reflexión... ¿piensas acaso que él, por ser más joven, te podrá superar? Depende sólo de ti, amigo.

    Éxitos y la próxima vez, por favor, mencioname en tus agradecimientos finales, no me hagas sentir mal... jajaja, una broma. ¡Felices fiestas, Manchego!

    Tu amigo
    Sergio Velarde
    aka. Tu ex-muso inspirador.
    aka. Tu ex-actor fetiche.
    aka. Pseudo crítico teatral (si es que existo realmente)
    aka. "Dios" (estoy en todas partes y nadie me ve)

    ResponderBorrar
  2. Sergio!!! siempre tan divertido!!!!

    No importa si me asomo al Julieta o al Peloponeso, me reafirmo: no hay críticos. Hay cronistas, periodistas de opinión, pero lo otro... no.

    Pregunto: ¿qué vale más? aburrir a la gente con una obra terriblemente lenta, o entretenerla aligerándola. Yo creo que ambos, entretenimiento y mensaje deben de estar equilibrados. Pero como bien lo sabemos, en calidad de actores no podemos decir mucho, salvo aceptar o rechazar el proyecto. Aunque, (peco de vanidoso) no hay nada más lindo que ver al público de pie aplaudiendo tu trabajo.

    Sobre lo de superaciones, sabemos que adelante de uno hay mil y mil detrás de uno, la cuestión es trabajar. Y la única competencia, si puedo decirlo así, soy yo mismo, nadie más. Eso de participar en competencias para mostrar quien es mejor que otro, no va conmigo.

    Y claro que te he mencionado en mi reflexión.

    Un abrazo! y Felices fiestas!!

    ResponderBorrar
  3. Anónimo5:35 p.m.

    De verdad nose q es lo q pasa aqui estamos hablando de seudos criticos pero el señor sergio verlarde habla como si fuera uno de ellos ¿Se mete en el saco? ¿se considera uno de ellos? Al q le cae el guante q se lo chante , si hablamos de Criticos aca en Peru han desaparecido solo hay personas q opinan sobre obras de teatro , dan un punto de vista muy personal , no se convierten en ninguna persona divina por "Criticar una obra" , o tener supuestos conocimientos teatrales q ¿quisas nose? miran mas los problemas personales , sin ya nada q decir me despido parafraseando a Daniel manchego

    Una copa de Vino tinto Semiseco ¡Brindo por el teatro Salud!

    ¡Feliz Año Nuevo!

    Mon Vieux

    ResponderBorrar
  4. Nunca antes el refrán: "La ignorancia es atrevida" tuvo tanto sentido aquí. ¡Siempre la eterna discusión acerca de la actual crítica teatral en el Perú! ¿La hay? ¿No la hay? ¿Existió alguna vez? ¿Me parece bien? ¿Me parece mal? Cuando existen este tipo de subjetividades y opiniones, sólo queda escribir (ojo Sr. Manchego) LA VERDAD.

    Y la única verdad sobre los críticos de teatro es la siguiente:

    EXISTE DESDE HACE POCO MÁS DE UN AÑO LA LLAMADA "APCIT", QUE SIGNIFICA "ASOCIACIÓN PERUANA DE CRÍTICA E INVESTIGACIÓN TEATRAL".

    Se trata de una asociación sin fines de lucro, OLEADA Y SACRAMENTADA EN LOS REGISTROS PÚBLICOS, integrada por Santiago Soberón (Presidente), Luis Paredes, Percy Encinas, Carlos Vargas, Mihaela Radelescu, Mary Soto, y quien escribe estas líneas, es el actual Tesorero.

    Como comprenderán, fácil es decir cualquier cosa SIN ESTAR INFORMADO, pero cuando uno investiga un poco, o por lo menos pregunta, entonces evitará DESINFORMAR A ALGUNOS INCAUTOS LECTORES DE CIERTOS BLOGS.

    Que no le gustan la labor de los críticos actuales. Perfecto. Que la asociación no funciona bien. Correcto. Qué nos falta mucho por aprender y crecer. Evidentemente. "QUE NO EXISTEN CRÍTICOS TEATRALES"... FALSO. La ley nos ampara y podremos ser, para todos, lo peor de lo peor, pero que EXISTIMOS... EXISTIMOS.

    Un abrazo, Sr. Manchego, nos vemos en el Julieta (algún día).

    Sergio Velarde
    Asociación Peruana de Crítica e Investigación Teatral

    ResponderBorrar
  5. Mierda, que es esto, se suponía que era una reflexión de fin de año. Sin embargo, pasamos del vino semi-seco, al reflejo de Manchego, a la reflexión y por último al delirio de los comentaristas, pretendiendo cada uno, ser dueño de la verdad, no ps, así no juega Perú.

    En fin, no entraré en el juego, solo diré que, al margen de las posiciones que cada persona pueda tener sobre el teatro y la crítica peruana, me alegro mucho que mi amigo Danielito Manchego siga creciendo como profesional, en la actuación y dirección, porque no, también en la redacción, jajjaja. Salud amigo!, MUCHAS BENDICIONES EN EL NUEVO AÑO.

    Ah, acuérdate que también existimos los que alguna vez pisamos las aulas y no avanzamos más, muchas veces por la trayectoria que nos marcan las ingenierías u otras carreras. Es difícil separarse de algo que uno ha hecho desde adolescente, como es mi caso, pero como alguna vez te comenté, volveremos al teatro, cuando existe amor, más temprano que tarde, volvemos!, para hacer del teatro nuestro modus vivendi (pucha, debo estar tomando el mismo vino de Manchego).

    Levanten su copa, vaso, taza….y brindemos

    ¡SALUD POR EL TEATRO! Y

    ¡FELIZ AÑO NUEVO!

    Mijael

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Dos viejas van por la calle

Director: Miguel Pastor Lugar: Centro Cultural CAFAE -SE Fin de temporada domingo 18 de noviembre Sebastián Salazar Bondy fue un artista múltiple. Pero sobre todo, era un gran ser humano. Un artista sensible para su tiempo, emprendedor, que quería, como todo artista anhela, que el público sienta, ría y llore con cada una de sus creaciones. Miguel Pastor nos lleva de la mano hacia una Lima querida y entrañable. Una Lima del tiempo de valses, boleros y sobre todo, de inocencia, de amor y de las buenas costumbres. Pero también, a una Lima perversa, llena de ambiciosos y de mujeres carentes de piedad. Dos viejas van por la calle, obra de Sebastián Salazar Bondy, es, desde varios puntos de vista, una obra que definitivamente no ha perdido vigencia en nuestro medio. Y más válido aún, del punto de vista que el director considera inspiración para llevarla al público: el mundo da vueltas, y algún día seremos viejos, ¿cómo nos gustaría ser tratado? Desde el inicio de la obra hasta el final, el p

¿Y quién te dijo que el teatro te va a dar de comer?

Cuando garúa en Lima, siento como un vacío muy extraño. Algunas veces me gusta y camino. Otras, sólo camino, camino sin querer y sin saber a dónde realmente voy y si realmente quiero ir. Hoy son las 7am y está garuando, y aún no sé si quiero irme a otro país a construirme la vida que siempre he soñado, en un país tan venido a menos, donde el arte no me da de comer, donde veo a los mismos artistas de siempre en las mismas revistas de siempre, a otros condenados a ser marionetas, otros infelices renegando de su suerte y otros muchos bufos haciendo de las suyas. Pero hay que comer pues. Así que baila nomás, o inyéctate hormonas. O si estás rico, métete en el bunker con el productor y calladito nomás que lo que pasa ahí no sale. Y si eres sólo buena gente (#SoyFeo), ni modo, te conviene lo figuretti y lo escandaloso. Y factura hemano, factura todo lo que puedas, porque de ahí viene otro blanquito y te bajan el dedo ¿El arte? No pues hermano, hay que comer. O métete al círculo pues, d

EPIFANÍAS

Autor: Daniel Manchego Habitación. Gabriela sentada en su cama, con el rostro desencajado. Fuma un cigarrillo y tiene un vaso de whisky a medio terminar. Luz tenue. Se escucha la canción de “El problema” de Arjona. Gabriela: Hola, ¿No me das mi beso? Oliver: No Gabriela, entiende. Yo sólo vine aquí como tu amigo. Gabriela: No entiendo. Es que de verdad, no te entiendo. Oliver: ¿Qué es lo que no entiendes? Vine a verte, a hablar contigo. Me preocupo por ti aunque no lo creas. Soy tu amigo. Gabriela: No recuerdo cuándo fue la última vez que te portaste como un amigo. Y hasta ayer eras más que un amigo. Oliver: Sabías muy bien mis sentimientos…yo nunca te he mentido. Gabriela: Hasta ayer hicimos el amor, me dijiste que me querías una y otra vez. En esta cama. Oliver: Tú lo decías… yo te seguía… no te he mentido. Gabriela: Me dijiste que mientras estés conmigo no estarías con nadie más. Y de repente descubro en tu celular la conversa con tu ex. Me pones mil mentiras y