Fue la tercera vez que fui al Club en la que me matriculé. De esto, ni Zarela ni Melquíades se acordarán de mis anteriores visitas cada diciembre. Una vez matriculado, y a una cuadra del local, pensé en si lo que había hecho estaba bien. Venía de una serie de talleres y de haber pisado una escuela de teatro; y ahora estaba ahí a una cuadra del Club, con el recibo cuidadosamente hecho por Zarela a finales de diciembre. Me preguntaba si estaba bien la decisión que había tomado, ya que tres a?os en inversión no es para tomarlo a la ligera, y sobre todo cuando el curso elegido distaba mucho del mundo de ciencias al cual me había sumergido durante casi cuatro a?os. Ni pensar en las primeras clases. Debo de estar tranquilo, esto ya lo he hecho antes, me decía. Sin embargo, al momento de ingresar al salón, que para variar llegué tarde, un original Gastello me invitó a pasar y yo con una cara de asustado me senté en la silla más próxima. Me tranquilicé al ver que había gente tanto o más nervio...
Cuentos y artículos.